martes, 2 de julio de 2013

texto n°3

Antígona (Sófocles) Personajes: Antígona, hija de Edipo. Ismene, hija de Edipo. Creonte, rey, tío de Antígona e Ismene Eurídice, reina, esposa de Creonte. Hemón. Hijo de Creonte. Tiresias, adivino, anciano y ciego. Un guardián. Un mensajero. Coro de ancianos nobles de Tebas, presididos por el Corifeo. La escena, frente al palacio real de Tebas con escalinata. Al fondo, la montaña. Cruza la escena Antígona, para entrar en palacio. Al cabo de unos instantes, vuelve a salir, llevando del brazo a su hermana Ismene, a la que baje bajar las escaleras y aparta de palacio. ANTÍGONA. Hermana de mi misma sangre, Ismene querida, tú que conoces las desgracias de la casa de Edipo, ¿sabes de alguna de ellas que Zeus no hay a cumplido después de nacer nosotras dos? No, no hay vergüenza ni infamia, no hay cosa insufrible ni nada que se aparte de la mala suerte, que no vea yo entre nuestras desgracias, tuyas y mías; y hoy, encima, ¿qué sabes de este edicto que dicen que el estratego1 acaba de imponer a todos los ciudadanos?. ¿Te has enterado ya o no sabes los males inminentes que enemigos tramaron contra seres queridos? ISMENE No, Antígona, a mí no me ha llegado noticia alguna de seres queridos, ni dulce ni dolorosa, desde que nos vimos las dos privadas de nuestros dos hermanos, por doble, recíproco golpe fallecidos en un solo día2. Después de partir el ejército argivo, esta misma noche, después no sé ya nada que pueda hacerme ni más feliz ni más desgraciada. ANTÍGONA No me cabía duda, y por esto te traje aquí, superado el umbral de palacio, para que me escucharas, tú sola. ISMENE ¿Qué pasa? Se ve que lo que vas a decirme te ensombrece. ANTÍGONA Y, ¿cómo no, pues? ¿No ha juzgado Creonte digno de honores sepulcrales a uno de nuestros hermanos, y al otro tiene en cambio deshonrado? Es lo que dicen: a Etéocles le ha parecido justo tributarle las justas, acostumbradas honras, y le ha hecho enterrar de forma que en honor le reciban los muertos, bajo tierra. El pobre cadáver de Polinices, en cambio, dicen que un edicto dio a los ciudadanos prohibiendo que alguien le dé sepultura, que alguien le llore, incluso. Dejarle allí, sin duelo, insepulto, dulce tesoro a merced de las aves que busquen donde cebarse. Y esto es, dicen, lo que el buen Creonte tiene decretado, también para ti y para mí, sí, también para mí; y que viene hacia aquí, para anunciarlo con toda claridad a los que no lo saben, todavía, que no es asunto de poca monta ni puede así considerarse, sino que el que transgrieda alguna de estas órdenes será reo de muerte, públicamente lapidado en la ciudad. Estos son los términos de la cuestión: ya no te queda sino mostrar si haces honor a tu linaje o si eres indigna de tus ilustres antepasados. ISMENE No seas atrevida: Si las cosas están así, ate yo o desate en ellas, ¿qué podría ganarse? ANTÍGONA ¿Puedo contar con tu esfuerzo, con tu ayuda? Piénsalo. ISMENE ¿Qué ardida empresa tramas? ¿Adónde va tu pensamiento? ANTÍGONA Quiero saber si vas a ayudar a mi mano a alzar al muerto. ISMENE Pero, ¿es que piensas darle sepultura, sabiendo que se ha públicamente prohibido? ANTÍGONA Es mi hermano —y también tuyo, aunque tú no quieras—; cuando me prendan, nadie podrá llamarme traidora. ISMENE ¡Y contra lo ordenado por Creonte, ay, audacísima! ANTÍGONA El no tiene potestad para apartarme de los míos. ISMENE Ay, reflexiona, hermana, piensa: nuestro padre, cómo murió, aborrecido, deshonrado, después de cegarse él mismo sus dos ojos, enfrentado a faltas que él mismo tuvo que descubrir. Y después, su madre y esposa —que las dos palabras le cuadran—, pone fin a su vida en infame, entrelazada soga. En tercer lugar, nuestros dos hermanos, en un solo día, consuman, desgraciados, su destino, el uno por mano del otro asesinados. Y ahora, que solas nosotras dos quedamos, piensa que ignominioso fin tendremos si violamos lo prescrito y trasgredimos la voluntad o el poder de los que mandan. No, hay que aceptar los hechos: que somos_ dos mujeres, incapaces de luchar contra hombres3; Y que tienen el poder, los que dan órdenes, y hay que obedecerlas—éstas y todavía otras más dolorosas. Yo, con todo, pido, si, a los que yacen bajo tierra su perdón, pues que obro forzada, pero pienso obedecer a las autoridades: esforzarse en no obrar corno todos carece de sentido, totalmente. ANTÍGONA Aunque ahora quisieras ayudarme, ya no lo pediría: tu ayuda no sería de mi agrado; en fin, reflexiona sobre tus convicciones: yo voy a enterrarle, y, en habiendo yo así obrado bien, que venga la muerte: amiga yaceré con él, con un amigo, convicta de un delito piadoso; por mas tiempo debe mi conducta agradar a los de abajo que a los de aquí, pues mi descanso entre ellos ha de durar siempre. En cuanto a ti, si es lo que crees, deshonra lo que los dioses honran. ISMENE En cuanto a mi, yo no quiero hacer nada deshonroso, pero de natural me faltan fuerzas para desafiar a los ciudadanos. ANTÍGONA Bien, tú te escudas en este pretexto, pero yo me voy a cubrir de tierra a mi hermano amadísimo hasta darle sepultura.

TEXTO N°2

Fragmento “El club de los suicidas” (Stevenson, Louis) Libre de los juicios morales; y todo el que traspasaba las puertas del club disfrutaba ya de algunos de los privilegios de la tumba. Brindaban entre sí a la memoria de los otros y de los famosos suicidas del pasado. Explicaban y comparaban sus diferentes visiones de la muerte; algunos declaraban que no era más que oscuridad y cesación; otros albergaban la esperanza de que esa misma noche estarían escalando las estrellas y conversando con los muertos más ilustres.-¡A la eterna memoria del barón Trenck, ejemplo de suicidas! -gritó uno-. Pasó de una celda pequeña a otra más pequeña, para poder alcanzar al fin la libertad.-Por mi parte -dijo un segundo-, sólo deseo una venda para los ojos y algodón para los oídos. Sólo que no hay algodón lo bastante grueso en este mundo. Un tercero quería averiguar los misterios de la vida futura y un cuarto aseguraba que nunca se hubiera unido al club si no le hubieran inducido a creer en Darwin.-No puedo tolerar la idea de descender de un mono -afirmaba aquel curioso suicida. El príncipe se sintió decepcionado por el comportamiento y las conversaciones de los miembros del club. «No me parece un asunto para tanto alboroto -pensó-. Si un hombre ha decidido matarse, déjenle hacerlo como un caballero, ¡por Dios! Tanta charlatanería y tanta alharaca están fuera de lugar. »Entre tanto, el coronel Geraldine era presa de los más oscuros temores; el club y sus reglas eran todavía un misterio, y miró por la habitación buscando a alguien que pudiera tranquilizarle. En este recorrido, sus ojos se posaron en el paralítico de los lentes gruesos y, al verlo tan sereno, buscó al presidente, que entraba y salía de la habitación cumpliendo sus tareas, para pedirle que le presentara al caballero sentado en el diván. El presidente le explicó que tal formalidad era innecesaria entre los miembros del club, pero le presentó al señor Malthus. El señor Malthus miró al coronel con curiosidad y le ofreció tomar asiento a su derecha.-¿Es usted un miembro nuevo -dijo- y desea información? Ha venido a la fuente adecuada. Hace dos años que frecuento este club encantador. El coronel recuperó la respiración. Si el señor Malthus frecuentaba el lugar desde hacía dos años, debía haber poco peligro para el príncipe en una sola noche. Pero Geraldine continuaba asombrado y empezó a pensar que todo aquello era un misterio.-¿Cómo? -exclamó-. ¡Dos años! Yo creía... bueno, veo que me han gastado una broma.-En absoluto -repuso con suavidad el señor Malthus-. Mi caso es peculiar. No soy un suicida, hablando con propiedad, sino algo así como un socio honorario. Raramente vengo al club más de un par de veces cada dos meses. Mi enfermedad y la amabilidad del presidente me han procurado estos pequeños privilegios por los que, además, pago una cantidad suplementaría. He tenido una suerte extraordinaria.-Me temo -dijo el coronel-, que debo pedirle que sea más explícito. Recuerde que todavía no conozco muy bien las reglas del club. -Un socio normal, que acude aquí en busca de la muerte como usted -explicó el paralítico-, viene cada noche hasta que la suerte le favorece. Incluso, si están arruinados, pueden solicitar alojamiento y comida al presidente: algo muy agradable y limpio, según creo, aunque, por supuesto, nada de lujos; sería difícil si consideramos lo exiguo (si puedo expresarme así) de la suscripción. Y además la compañía del presidente ya es en sí misma un regalo.-¿De veras? -exclamó Geraldine-. Yo no he tenido esa impresión.-¡Oh! No conoce usted al hombre -dijo el señor Malthus-, es el tipo más divertido. ¡Qué anécdotas! ¡Qué cinismo! Es admirable lo que sabe de la vida y, entre nosotros, es probablemente el pícaro más grande de la Cristiandad. ¿Y también es permanente, como usted, si puedo preguntarlo sin ofenderle? -inquirió el coronel.-Sí, es permanente es un sentido bastante diferente al mío -respondió el señor Malthus-. Yo he sido graciosamente apartado de momento, pero al final tendré que partir. Él no juega nunca. Baraja parte y reparte para el club, y se ocupa de solucionarlo todo. Este hombre, mi querido señor Hammersmith, es el verdadero espíritu del ingenio. Lleva tres años desarrollando en Londres su vocación, tan beneficiosa y, me atrevería a decir, incluso artística, y no se ha levantado el menor murmullo de sospecha. Personalmente, opino que es un hombre con inspiración. Sin duda recordará usted el célebre caso, ocurrido hace seis meses, del caballero que se envenenó accidentalmente en una farmacia, ¿verdad? Pues fue una de sus ideas menos ricas y menos osadas; ¡cuán sencillo y cuán seguro!-Me deja usted atónito -dijo el coronel-. ¡Que ese desgraciado caballero fuera una de las...estuvo a punto de decir «víctimas», pero se contuvo a tiempo... los socios del club !En el mismo pensamiento le vino a la mente, como un relámpago, que el señor Malthus no había hablado en absoluto con el tono del que está enamorado de la muerte, y añadió, apresuradamente:-Pero sigo en la más completa oscuridad. Habla usted de barajar y repartir cartas, ¿con que finalidad? y usted me parece tan poco deseoso de morir como todo el mundo, por lo que le confieso que no imagino qué es lo que le trae a usted aquí.-En verdad no comprende usted nada -replicó el señor Malthus, más animadamente-. Mi querido señor, este club es el templo de la embriaguez. Si mi delicada salud pudiera soportar esta excitación más a menudo, puede estar seguro de que vendría con más frecuencia. Debo recurrir al sentido del deber que me ha desarrollado la costumbre de la enfermedad y el régimen más estricto para evitar los excesos, y puedo decir que el club es mi último vicio. Los he probado todos, señor -continuó, poniendo la mano sobre el hombro de Geraldine-, todos sin excepción, y le aseguro, bajo mi palabra de honor, que no hay ni uno que no se haya sobreestimado grotesca y falsamente. La gente juega al amor. Pues bien, yo niego que el amor sea una profunda pasión. El miedo es la pasión profunda; es con el miedo con lo que debe usted jugar si desea saborear las alegrías más intensas de la vida. Envídieme, envídieme, señor-acabó con una risita-, ¡soy un cobarde! Geraldine apenas pudo reprimir un movimiento de repulsión ante aquel deplorable individuo, pero se contuvo con un esfuerzo y prosiguió con sus preguntas:-¿Y cómo, señor -inquirió-, se prolonga tanto tiempo esa excitación? ¿Dónde está el elemento de incertidumbre?-Voy a contarle cómo se elige a la víctima de cada noche -repuso el señor Malthus, y no sólo ala víctima, sino a otro miembro del club, que será el instrumento en manos del club y el sumo sacerdote de la muerte en esa ocasión.-¡Santo Dios! -exclamó el coronel-. Entonces, ¿se matan unos a otros?-Los problemas del suicidio se solucionan de este modo -asintió Malthus, con un movimiento de cabeza.-¡Dios Misericordioso! -casi oró el coronel-. ¿Y puede usted... puedo yo... puede... mi amigo...cualquiera de nosotros ser elegido esta noche como asesino del cuerpo y el alma inmortal deotro hombre? ¿Son posibles tales cosas en hombres nacidos de mujer? ¡Oh! ¡Infamia de infamias! Estaba a punto de levantarse en su horror, cuando vio los ojos del príncipe. Le miraba fijamente desde el otro extremo de la habitación frunciendo el ceño y con aire de enfado. Geraldine recuperó su compostura en un momento.-Después de todo -añadió-, ¿por qué no? Y puesto que usted dice que el juego es interesante, vogue la galére, ¡sigo al club! El señor Malthus había disfrutado con el asombro y la indignación del coronel. Tenía la vanidad de los perversos y le gustaba ver cómo otro hombre se dejaba llevar por un impulso generoso mientras él, en su absoluta corrupción, se sentía por encima de tales emociones.-Ahora -dijo-, tras su primer momento de sorpresa, está usted en situación de apreciar las delicias de nuestra sociedad. Ya ve cómo se combinan la excitación de la mesa de juego, el duelo y el anfiteatro romano. Los paganos lo hacían bastante bien; admiro sinceramente el refinamiento de su mente; pero se ha reservado a un país cristiano el alcanzar este extremo, esta quintaesencia, este absoluto de la intensidad. Ahora comprenderá qué insípidas resultan todas las diversiones para un hombre que se ha acostumbrado al sabor de ésta. El juego que practicamos -prosiguió- es de una extrema sencillez. Una baraja completa... Pero veo que va a observar la cosa en directo. ¿Me prestaría usted su brazo? Por desgracia, estoy paralizado.En efecto, justo cuando el señor Malthus iniciaba su descripción, se abrió otra puerta plegable y todos los miembros del club pasaron a la habitación contigua, no sin alguna precipitación. Era igual, en todos los aspectos, a la que acababan de dejar, aunque decorada de modo diferente. Ocupaba el centro una larga mesa verde, a la cual se hallaba sentado el presidente barajando un mazo de cartas con gran parsimonia. Aun con el bastón del brazo del coronel, el señor Malthus caminaba con tanta dificultad que todo el mundo estaba ya sentado antes de que los dos hombres, y el príncipe, que los había esperado, entraran en la habitación. En consecuencia, los tres se sentaron juntos en el extremo último de la mesa

texto n°1

Volverán las oscuras golondrinas (Becker, Gustavo. A.)


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aun más hermosas,
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío,
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer, como lágrimas del día...
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate:
¡así no te querrán!


guía géneros literarios

Guía de trabajo “Géneros literarios”
Actividad n°1: confeccione una tabla comparativa entre cada género literario, basándose en los textos vistos en clase y en power point.
¿Quién habla, presenta o narra en el texto? (basándose en los textos)
Género Narrativo
Género Lírico
Género Dramático










¿Qué lenguaje se utiliza en el texto? (basándose en los textos)
Género Narrativo
Género Lírico
Género Dramático










¿Qué prima en el texto? (basándose en los textos)
Género Narrativo
Género Lírico
Género Dramático














Nómbreme 5 características de cada género(basándose en el power point)
Género Narrativo
Género Lírico
Género Dramático










Nómbreme 3 tipos de textos de cada género(basándose en el power point)
Género Narrativo
Género Lírico
Género Dramático












Actividad n°2: conteste el siguiente cuestionario:

  1.      ¿qué son los géneros literarios?



    2. ¿cuál es la diferencia entre el hablante lírico, el objeto lírico y el mundo lírico?




3.    

       ¿en qué se diferencia el cuento de la novela?

3.  



4. Nómbreme los 5 tipos de narradores:
 








5. ¿Cuáles son los estilos narrativos?



6.       

     






¿  6.  ¿cuáles son los aspectos técnicos del drama?




7  7.  Nómbreme 3 tipos de textos líricos:







     8. Nómbreme  3 tipos de novelas:
   
     





9. Nómbreme los 3 tipos de subgéneros dramáticos:


  

10. Nómbreme 3 características del género narrativo: 








 11. Nómbreme 3 características del género lírico:






12.  Nómbreme 3 características del género dramático:







 13.   ¿El narrador a que género pertenece?









Actividad n°3: cree un ensayo sobre un género literario a elección, mínimo una página, máximo tres) siguiendo la siguiente rúbrica:
Rúbrica parea evaluar ensayos
EXCELENTE
4
BUENO
3
SATISFACTORIO
2
DEFICIENTE
1
 Puntaje
(24 ptos.)
La introducción expresa de manera clara el tema y el objetivo del ensayo; explica el contenido y los subtemas o capítulos que abarca.
La introducción expresa de manera clara el tema; explica el contenido y los subtemas o capítulos que abarca. El objetivo no está expresado claramente.
Parte del contenido y los subtemas o capítulos que abarca no son relevantes o faltan algunos. El tema y objetivo del ensayo no se expresan de manera clara.
El contenido y los subtemas o capítulos que abarca no son relevantes. El tema y objetivo del ensayo no están claros.

Las ideas presentadas son propias, sustentadas con las fuentes de información necesarias.
La mayor parte de las ideas presentadas son propias, sustentadas con las fuentes de información necesarias.
Algunas ideas presentadas son propias, sustentadas con las fuentes de información necesarias.
Las ideas que se presentan no son propias.


Todas las ideas que se presentan tienen relación directa con el tema. Y se presentan con claridad y objetividad.
Casi todas las ideas que se presentan tienen relación directa con el tema y se presentan con bastante claridad y objetividad.
Una buena cantidad de las ideas que se presentan tienen relación con el tema., pero deben presentarse con mayor claridad u objetividad.
Las ideas que se presentan tienen poca o ninguna relación con el tema, no son claras ni se presentan con objetividad.

Termina la presentación con un resumen muy claro donde incluye el propósito y los objetivos del tema. La transición entre el cuerpo de la presentación y la conclusión tiene fluidez.
Termina la presentación con un resumen bastante claro. La transición entre el cuerpo de la presentación y la conclusión tiene bastante fluidez.
Termina la presentación con un resumen satisfactorio. La transición entre el cuerpo de la presentación y la conclusión tiene alguna fluidez.
El resumen es limitado o no lo incluyó.
La transición entre el cuerpo de la presentación y la conclusión es muy pobre o no existe.



Actividad n°4: Cree un blog suba la tabla comparativa, el cuestionario y el ensayo, y comente los trabajos de dos de sus compañeros.